Hace ya algún tiempo, compartiendo una agradable
charla entre amigos, varios de ellos profesores, salió el tema de la creatividad en las escuelas. El tema empezó por las nuevas tendencias
didácticas que se van imponiendo, no sin esfuerzo, de mano de jóvenes
promociones de educadores, encaminadas en su mayoría al desarrollo creativo de nuestros hijos.
Y no me equivoqué... al momento el grupo se dividió
en partidarios y detractores. Unos, que siendo la creatividad el proceso
mental que ayuda a generar ideas, los niños y niñas pueden desarrollar
la habilidad de improvisación... otros que era recomendable establecer
límites a la creatividad, ya que podía hacer que los niños dudasen en
lugar de creer.
Atónito, permanecí callado mientras les
escuchaba, hasta que transcurridos varios "..el sistema no puede..." y
"...la educación no debe..." no pude resistirme más, y les pregunté:
¿
Hemos perdido esa innata curiosidad infantil, que hacía que jugasemos
más con la caja del juguete que con el propio juguete... un trozo de
cartón, al que podíamos convertir desde un fantástico castillo a una
tenebrosa gruta, o en casco de astronauta un día o yelmo de caballero
otro..?
Permanecieron callados por unos segundos y negando la
cuestión planteada empezaron entre risas a rememorar experiencias de su
niñez en este sentido.
Desplegemos pues la imaginación de
nuestros hijos, facilitemos el desarrollo de sus capacidades y
enseñemosles a llevar a la práctica esa creatividad... en definitiva...
sembremos en ellos la semilla de la innovación.
Ellos y el futuro nos lo agradeceran.
No hay comentarios:
Publicar un comentario