Cuando hablamos de educación, generalmente y por tradición acabamos girando en torno al desarrollo cognitivo, olvidando de forma premeditada o no, de la dimensión emocional, pero desde las ultimas décadas del siglo pasado, asistimos a una revolución de lo emocional, afectando tanto a la psicología como a otros ámbitos, especialmente el de la salud.
Las emociones juegan un papel muy importante en la salud, representan una parte innegable de nuestra vida y son fundamentales para el estado positivo de la misma al potenciar conductas saludables. Pueden constituir una señal activadora o inhibidora de síntomas de salud o de una enfermedad, e incidir de forma importante y significativa e la aparición y alteración de la enfermedad como en la recuperación de a misma. Las emociones nos ayudan y predisponen a manejar mejor las situaciones, a adaptarnos al entorno y a las circunstancias, a comunicarnos, a aprender, a tomar decisiones, a proporcionarnos equilibrio... en definitiva constituyen un factor determinante de la salud.
Desde los 90 del siglo pasado se empezó a usar el termino inteligencia emocional. David Goleman en 1996 definió la inteligencia emocional como la capacidad de entender, identificar, regular y modificar estados emocionales propios y ajenos. No se trata de reprimir las emociones sino de dirigirlas y equilibrarlas, lo que aumenta nuestras posibilidades personales y sociales pra llevar una vida satisfactoria. En sí la inteligencia emocional es un compendio de aptitudes y habilidades, como el autocontrol, el entusiasmo, el manejo del estrés, la solución de problemas, la tolerancia, el control de impulsos, entre otras muchas cualidades de una larga lista, que hoy en día conforma como uno de los factores de desarrollo de las competencias más valoradas en la promoción y la educación para la salud, como son el autoconocimiento, la autorregulación y la capacidad de aprender a captar las necesidades de los demás, la capacidad de ponerse en lugar del otro, lo que conocemos como empatía.
El concepto de "Inteligencia Emocional" enfatiza el papel preponderante que ejercen las emociones dentro del funcionamiento psicológico de una persona cuando ésta se ve enfrentada a momentos difíciles y tareas importantes: los peligros, las pérdidas dolorosas, la persistencia hacia una meta a pesar de los fracasos, el enfrentar riesgos, los conflictos con un compañero en el trabajo. En todas estas situaciones hay una involucración emocional que puede resultar en una acción que culmine de modo exitoso o bien interferir negativamente en el desempeño final. Cada emoción ofrece una disposición definida a la acción, de manera que el repertorio emocional de la persona y su forma de operar influirá decisivamente en el éxito o fracaso que obtenga en las tareas que emprenda, incluyendo como no aquellas que afectan a su salud.
Estas habilidades no son materia nueva. En cierta forma son tan antiguas como la propia humanidad, porque todas tienen que ver con la manera en que manejamos las relaciones con nosotros mismos, con las demás personas y con el entorno social. Todas las personas de todas las edades las usan de una forma u otra a diario .Y entonces, ¿en qué consiste lo novedoso? Sobre todo, en que cada vez se reconoce más la importancia de incluirlas como parte de los escenarios de trabajo de aquellos que nos dedicamos a la educación y la promoción de la salud.
Image: 'Fun Contrast and Light'
http://www.flickr.com/photos/40645538@N00/346854019
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De inteligencia emocional es de lo que tratata el blog "El papiro de Nesmenau, http://saludyhealth.blogspot.com.es/ Merece la pena leer el contenido de los artículos si se quiere reflexionar de este tema. bemago.
ResponderEliminarGracias por tu recomendación... efectivamente merece la pena.
EliminarSaludos
Personalmente, me da mucha satisfacción ver que hay gente que empuja hacía la inclusión de la inteligencia emocional, y del estado emocional, en las diferentes actividades que buscan mejorar (o mantener) un buen estado de salud. Seguramente es muy importante que los que se dedican a la promoción de la salud (educación y protección incluidas) tengan inteligencia emocional, tanto para si mismos, como para poderse relacionar con su población objetivo, y transmitirle a esta el mismo tipo de sensibilidad hacia las emociones. Sin embargo, me parece que es un factor igual de importante "más abajo del río", en la provisión de servicios sanitarios (y más abajo todavía). En mi experiencia, la efectividad de una intervención sanitaria es significativamente diferente si es llevada a cabo por un/a sanitario/a con inteligencia emocional y uno que la carece. Junto a mi familia, siempre he sido curada por un médico homeópata: en cada visita (y a menudo por teléfono y por correo) el se ha tomado el tiempo para explorar más allá de los síntomas físicos, preguntando en diferentes maneras sobre mi estado emocional. Además de ayudarle a el a entender exactamente lo que me pasaba, y así poder prescribir-me el tratamiento adecuado, este tipo de intervención me ha ayudado a mi a desarrollar a lo largo del tiempo cierto nivel de sensibilidad hacía la conexión entre mi estado emocional y físico, e ir así reconociendo y balanceando los diferentes factores que puedan afectar mi salud. Por otra banda, ha habido ocasiones donde he tenido que acudir a médicos de cabecera "ortodoxos", y en estas el sentimiento de alivio y esperanza que suelo sentir después de una consulta a mi médico, ha sido a menudo reemplazado por uno de culpabilidad, impotencia y frustración.
ResponderEliminarA pesar de mi "fe" en la homeopatía (que explico un poco más en el blog Fabricando Hipocondría - http://fabricandohipocondria.blogspot.com.es/2013/04/existe-el-enfermo-no-la-enfermedad_4.html), no estoy argumentando que todos deberían curarse con esta, sino que los médicos "ortodoxos" (tanto como los promotores de la salud) deberían ser más entrenados en la gestión e inteligencia emocional (como son los homeópatas), para poder tener resultados más efectivos en sus curas.
No puedo estar más de acuerdo contigo. Hoy en día, somos muchos los que reflexionamos sobre cómo inmersos en una medicina tecnificada, necesaria por un lado, pero con cierta sensación de alejamiento de sus orígenes humanistas, es preceptivo que los profesionales de la salud, a nivel asistencial, aprendan a desarrollar habilidades sociales dentro del ejercicio de su profesión. En cualquier servicio sanitario podemos comprobar como las emociones están por todas partes, y muchas veces con expresiones límite. Una adecuada gestión de las emociones en la comunicación entre un paciente y un profesional sanitario es extremadamente significativo y no sólo aporta valor competencial, al incorporar en las herramientas de atención el poder comprender el comportamiento de un paciente y su modo de sentir en la enfermedad, si no quizás lo más importante el valor terapéutico de un trato más humanizado.
EliminarGracias por tu comentario
Creo que para la cualquiera que se dedique a la Promoción de la Salud esta inteligencia emocional bien encaminada debería ser su principal activo.
ResponderEliminarDebería saber empatizar también con el entorno y sin duda esto le llevaría más lejos ,no solo para la búsqueda de alianzas (en la comunidad, con el individuo o incluso con la administración),sino también para la búsqueda de activos y para encontrar estrategias de implementación afines a los receptores.
Por: Hannibal el canibal
Dicen que lo más contagioso es la emoción... y estoy de acuerdo... la alegría, la pena, la euforia... Cualquiera de nosotros puede rememorar situaciones en las que de una forma u otra nos hemos "contagiado" emocionalmente. Hace ya algún tiempo me transmitieron una de estas emociones... la pasión... que a muchas y muchos convencidos salubristas como yo, nos mueve casi a diario.
EliminarSaludos