domingo, 8 de mayo de 2016

Pobreza energética y salud


Por Miguel Calderón Cid

Pongamos un día cualquiera de los últimos siete meses y como cualquier día, acudes a clase del Máster de Salud Pública y Gestión Sanitaria que estás cursando. Tras varias horas tomando apuntes para no dejar escapar ningún detalle y justo cuando empezabas a desconectar debido al cansancio, una profesora empieza su ponencia preguntando a la audiencia qué entiende por pobreza energética. Siendo sinceros, jamás había escuchado tal vocablo, por lo que suscitó mi entusiasmo de nuevo.
La pobreza energética es “aquella situación en la que los ingresos son escasos para poder pagar la factura de la luz”. Se trata de un término de aparición reciente en España y que ha ido aumentando mucho en los últimos años debido a la crisis. Pero esta crisis de la que todo el mundo habla, ¿es igual para todos? Lamentablemente no. Según la Organización para el Desarrollo Económico y Social (OCDE), la crisis ha incentivado, aumentado y potenciado las desigualdades sociales con un intento por parte de las élites financieras de normalizar la precariedad. El organismo internacional revela que los ingresos reales del 10% más pobre de la población disminuyeron de un 13% al año entre el 2007 y el 2011, comparado con una baja del 1.4% para el 10% más rico.

Los primeros estudios sobre pobreza energética tienen su origen en el Reino Unido en los que Brenda Boardman expuso que un hogar está en pobreza energética si dedica más del 10% de sus ingresos a sufragar sus costes energéticos. Ya en 2013, el Comité Económico y Social Europeo (CESE) definió la pobreza energética como la dificultad o incapacidad de mantener la vivienda en unas condiciones adecuadas de temperatura, así como de disponibilidad de otros servicios energéticos esenciales a un precio razonable.

Las principales causas de pobreza energética según el Informe de 2014, “Pobreza Energética en España. Análisis económico y propuestas de actuación” son:

1. Nivel de ingresos en el hogar bajo: el primer factor causante.
2. Baja eficiencia energética de la vivienda: Un hogar ineficiente térmicamente necesita una mayor cantidad de energía para alcanzar la temperatura adecuada, repercutiendo en la factura.
3. Impacto elevado de costa de la energía en el presupuesto familiar.


La forma de medir la pobreza energética es compleja y requiere un abordaje multidisciplinar. El sistema más usado para poder cuantificarla es el gasto de los hogares en relación a sus ingresos. España no dispone de metodologías ni fuentes de información específicas para la medición de las tasas de pobreza energética, pero sí cuenta con Encuestas de presupuestos familiares y Encuestas de condiciones de vida (ECV) que se utilizan para construir indicadores de pobreza energética tanto a nivel de comunidades autónomas como a nivel nacional.

La Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) ha presentado recientemente un estudio según el cual, 7 millones de ciudadanos tienen dificultades para pagar las facturas de energía, circunstancia que agravan la crisis y el desempleo. El estudio concluye que no todas las comunidades autónomas son igual de vulnerables frente a esta problemática, es más, algunas de ellas muestran altas tasas de vulnerabilidad bajo los dos enfoques metodológicos analizados, como es el caso de Murcia, Andalucía, Extremadura, Cataluña o Castilla-La Mancha, mientras que en el extremo contrario se sitúan como menos vulnerables según los indicadores usados Asturias, País Vasco o Madrid.

Porcentaje de Pobreza Energética por CC.AA en 2013.
La pobreza energética tiene una serie de impactos sociales, económicos, medioambientales y en salud. Los impactos en salud más graves son los que están asociados al frío. Siguiendo el informe de la OMS de 1987, los efectos que una exposición a determinados rangos de temperatura excesivamente bajos en el hogar pueden causar situaciones de estrés térmico, afectación del sistema inmune y cardiovascular. Por otro lado también puede ocasionar empeoramiento de enfermedades osteoarticulares o reumatológicas, agravamiento de determinadas enfermedades respiratorias y problemas de salud mental. Es relevante el gasto sanitario y farmacéutico asociado a la pobreza energética.

No podemos olvidarnos de los efectos indirectos de la pobreza energética tales como las complicaciones de enfermedades preexistentes. Muchos de estos impactos en la salud de los grupos más vulnerables se pueden acrecentar hasta el punto de provocar la muerte. A pesar de ser la consecuencia más importante de este problema, es muy difícil poder estimar cuantas personas mueren por la pobreza energética. No obstante, se usa un indicador para calcular la mortalidad atribuible a la pobreza energética.

Demasiadas familias en España se encuentran constantemente con la disyuntiva entre calefacción o alimentación, con las graves secuelas que eso conlleva. Estas personas se ven a menudo obligadas a comprar alimentos prefabricados para intentar ahorrar energía. La mala alimentación supone graves problemas para la salud y además puede provocar alteraciones del crecimiento en los niños. Asimismo, la pobreza energética produce un deterioro del rendimiento escolar y aumenta el absentismo escolar. Vivir en estas condiciones inhumanas aumenta el riesgo de ansiedad y depresión, especialmente en adolescentes, ya que ni en su propia casa encuentran el confort necesario (Marmot Review Tearm, 2011). Por último, y no por ello menos importante, son los sentimientos de soledad, abandono, retraimiento e infelicidad que puede llegar a provocar la pobreza energética.

Sin lugar a dudas, son necesarias las acciones por parte de las Administraciones ya que es un problema que afecta a millones de personas. Se estima que la pobreza energética es responsable en España de entre 2.300 y 9.300 muertes prematuras, una cifra más elevada que las víctimas mortales por accidentes de tráfico en carretera (1480 en 2011). En Cataluña se aprobó la Ley 24/2015, de 29 de julio, de medidas urgentes para afrontar la emergencia en el ámbito de la vivienda y la pobreza energética. Sin embargo, el Tribunal Constitucional anuló el decreto. También el Parlamento Europeo votó una resolución para que no se corte el suministro energético a los hogares en invierno aun cuando los inquilinos no puedan pagarlo. En la siguiente tabla se recogen las principales acciones que están llevando a cabo las Comunidades Autónomas.


Al hilo de todo esto me pregunto cómo es posible que tanta gente no tenga cubierta esta necesidad básica mientras unos pocos siguen enriqueciéndose. En vez de dar soluciones para poder terminar con estas desigualdades injustas y evitables y que repercuten en la salud de las poblaciones. Evidentemente, la reducción de estas desigualdades mejoraría significativamente la salud de todas estas personas. No podemos tolerar que Iberdrola corte la luz a 265175 hogares en 2015 mientras que su presidente cobra 26.027 euros al día. Sigamos luchando cada día para mejorar el mundo y para que las riquezas de los poderosos dejen de convertirse en la pobreza de los grupos más vulnerables. 

Imagen | malagón

3 comentarios:

  1. Al leer este post me recordó de una charla TED que vi un tiempo atrás llamado, What if our healthcare system kept us healthy?, por Rebecca Onie. En ella, Rebecca habla de unas entrevistas con doctores sobre lo que cambiarían si tuvieran el acceso a recursos ilimitados. La mayoría de los doctores mencionaron que les gustaría solucionar los problemas básicos que llevaran a los pacientes al hospital. Podían tratar a los niños con asma, o el dolor del oído, o la malnutrición en el hospital, pero si los niños solo regresen a una casa sucio, frío, y sin comida, entonces, acaban desarrollando un nuevo problema que pronto los llevarían al hospital otro vez.

    Tomando de lo que estos doctores le dijeron, Rebecca Onie inició una organización llamada, Health Leads USA. Su organización ayuda a las personas a acceder a las cosas que necesitan para mantenerse saludable, como calefacción. Se activan los estudiantes universitarios a trabajar en las salas de espera de los hospitales, para ayudar a los enfermos a encontrar los recursos que están disponibles.

    Me gusta esa solución en los EEUU. Todavía no conozco suficientemente bien el sistema aquí en España para decir que pueda funcionar aquí, pero vamos a dejar de intentar a secar el piso en la lluvia.

    Gracias por escribir sobre este tema. Cuando entendemos el problema podemos actuar para cambiarlo.

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  2. Además, aquí hay otro artículo de una estrategia utilizada en Inglaterra:
    http://www.theguardian.com/environment/2014/dec/09/boiler-on-prescription-scheme-transforms-lives-saves-nhs-money

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  3. Igual que tu Miguel, la primera vez que escuché el termino "pobreza energética" fue durante una clase del máster de salud publica. Cuando la profesora empezó su presentación mi di cuenta del significado del termino. Durante la presentación aprendimos que se refería a la incapacidad económica de las familias para pagar el combustible necesario para la calefacción de sus viviendas. Después de la clase, quería traducir el termino para ver mas documentación y estudios hechos sobre el tema. Mientas buscaba y leía documentación de varias fuentes de información me di cuenta que realmente hay dos maneras de interpretar el termino. Uno es la definición mencionada anteriormente y la otra es: un segmento de la población que no tiene acceso a servicios energéticos. La segunda definición de la pobreza energética se refiere mas a países en vías de desarrollo que tiene la infraestructura para cubrir las necesidades de toda la población. Sin embargo, la primera definición del termino se puede utilizar en cualquier país. De hecho, hay un informe muy interesante sobre el tema hecho por la Comisión Europea para América Latina y el Caribe. Os pongo el enlace abajo por si os interesa:
    http://www.bivica.org/upload/pobreza-energetica.pdf

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