Cuando hablamos de educación, generalmente y por tradición acabamos girando en torno al desarrollo cognitivo, olvidando de forma premeditada o no, de la dimensión emocional, pero desde las ultimas décadas del siglo pasado, asistimos a una revolución de lo emocional, afectando tanto a la psicología como a otros ámbitos, especialmente el de la salud.
Las emociones juegan un papel muy importante en la salud, representan una parte innegable de nuestra vida y son fundamentales para el estado positivo de la misma al potenciar conductas saludables. Pueden constituir una señal activadora o inhibidora de síntomas de salud o de una enfermedad, e incidir de forma importante y significativa e la aparición y alteración de la enfermedad como en la recuperación de a misma. Las emociones nos ayudan y predisponen a manejar mejor las situaciones, a adaptarnos al entorno y a las circunstancias, a comunicarnos, a aprender, a tomar decisiones, a proporcionarnos equilibrio... en definitiva constituyen un factor determinante de la salud.