Uno de mis primeros textos de la facultad, tiempos ha, fue un librito de Flora Davis, llamado La comunicación no verbal. Con él aprendimos una generación de educadores que sólo el 35% de lo que se transmite corresponde a la comunicación verbal, y el 65% restante corresponde a la comunicación no verbal; aunque generalmente no somos conscientes de ello. Otros libros como Inteligencia Emocional de Daniel Goleman y Las Neuronas Espejo de Marco Iaocoboni entre otros, han puesto de relieve la importancia del contacto visual en la gestión de las emociones y el manejo de la empatía.
En este punto recuerdo la lectura de las palabras del profesor Laín Entralgo quien decía que en la relación médico-enfermo se genera una singular relación de cuasi-amistad.
Aunque la medicina haga uso de sofisticados aparatos tecnológicos o utilice pruebas de diagnóstico basadas en la genética, debe existir entre los profesionales de la salud y el enfermo una relación, que convierta a los primeros en hombres y mujeres buenos, expertos profesionales en la ciencia y el arte de curar. Ya lo decía Hipócrates cuando resumía el arte de curar en cuatro puntos básicos: ante todo jamás inquietar; siempre que sea posible, suavizar; a veces, curar; pero siempre, siempre... tranquilizar.
Cuando miramos a los ojos a alguien, mostramos que le importamos, que entendemos su mensaje y compartimos sus preocupaciones. Las personas que atendemos día a día, como profesionales de la salud, esperan una mirada, un gesto que les acompañe... les abrige... les concilie... les ayude... les reconforte... les alivie el dolor y el sufrimiento... les ilumine el rostro.
A finales de agosto de 2011, un grupo de profesionales se unió para trabajar por un objetivo común, convencidos de que la calidad asistencial puede mejorar con pequeños gestos, como mirar a los ojos de las personas que atendemos. Una idea que surge a través de las redes sociales con el fin de traspasar la pantalla y provocar un gesto: "MÍRAME: DIFERENCIATE"
Tomando prestadas sus palabras: "Es una iniciativa sencilla. Solo pretende que en este mundo tan veloz, nos detengamos por unos segundos, y pensemos si debemos cambiar nuestra forma de actuar. Las personas que cuidamos merecen una mirada de verdad, con todo lo que ello significa."
En este punto recuerdo la lectura de las palabras del profesor Laín Entralgo quien decía que en la relación médico-enfermo se genera una singular relación de cuasi-amistad.
Aunque la medicina haga uso de sofisticados aparatos tecnológicos o utilice pruebas de diagnóstico basadas en la genética, debe existir entre los profesionales de la salud y el enfermo una relación, que convierta a los primeros en hombres y mujeres buenos, expertos profesionales en la ciencia y el arte de curar. Ya lo decía Hipócrates cuando resumía el arte de curar en cuatro puntos básicos: ante todo jamás inquietar; siempre que sea posible, suavizar; a veces, curar; pero siempre, siempre... tranquilizar.
Cuando miramos a los ojos a alguien, mostramos que le importamos, que entendemos su mensaje y compartimos sus preocupaciones. Las personas que atendemos día a día, como profesionales de la salud, esperan una mirada, un gesto que les acompañe... les abrige... les concilie... les ayude... les reconforte... les alivie el dolor y el sufrimiento... les ilumine el rostro.
A finales de agosto de 2011, un grupo de profesionales se unió para trabajar por un objetivo común, convencidos de que la calidad asistencial puede mejorar con pequeños gestos, como mirar a los ojos de las personas que atendemos. Una idea que surge a través de las redes sociales con el fin de traspasar la pantalla y provocar un gesto: "MÍRAME: DIFERENCIATE"
Tomando prestadas sus palabras: "Es una iniciativa sencilla. Solo pretende que en este mundo tan veloz, nos detengamos por unos segundos, y pensemos si debemos cambiar nuestra forma de actuar. Las personas que cuidamos merecen una mirada de verdad, con todo lo que ello significa."
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